Cuando el esqueleto de la luz Se derrumba como un perro callejero Sobre los eclipses del tiempo Surgen los fragmentos de la oscuridad Fabricando las manos incansables de la sombra. ¡No hay derecho! Gritan los pájaros Añorando las palabras del sol Entonces, desde la mitad más oscura del cielo Se asoma la noche blandiendo un cuchillo de luna.
Una corona de sauces y flores de azahar, orlaba la frente de Rebeca. Cientos de rapsodas, trovadores y vates deambulaban por las callejuelas de Sidón. Naves llegadas de lugares lejanos atiborraban los muelles y en el aire un torbellino de jergas marineras alzando sus manos cuajadas de acentos y ditirambos...En cada rincón una alegoría y allí Rebeca, coronada, tratando de no aburrirse de esa fastidiosa ceremonia en homenaje al dios del vino. Recordaba a Efraín y sus besos, recordaba la brusquedad deliciosa de su boca hurgando, húmeda, en sus pezones encabritados. No quería remover una sóla palabra de su juramento, pero sentía como gigantescas masas de hielo y nieve caían sobre sus pensamientos como queriendo criogenizar y hasta criogenenizar, los latidos de cada minuto dedicado a honrar a Dionysos. El amor de Efraín, no era un amor genuino y ella lo sabía... Premeditadamente y con alevosía, el pastor de Judea, había ido adormilando su voluntad y destruyendo su personalidad. Efraín, la hacía sentirse una muñeca, una marioneta trágica, sin embargo jamás se atrevería a decirle que no... Él cada vez que la atrapaba en sus brazos la llevaba al quinto cielo, de sólo mirarlo, ya tenía un par de orgasmos gestándose en el fondo de sus deseos.Rebeca lo había conversado con Platón, con Einstein y con Giordano Bruno... Sin embargo, no podía librarse de esa verdadera maldición, de esa condena. Efraín era capaz de calentarle hasta los sesos, era una obsesión que no podía domar... Pero, cuentan que todo cambió cuando conoció a Jesus, ese muchacho ascético y pacífico, que al parecer era de la familia de un carpintero.
No estás... y eso repica como herida abierta en cada espacio de mi alma. Sé que eres un amor imposible, reconozco que tus manos se han alejado para vendimiar otras lunas en las esquinas del alba... Mi almohada cruje de espinas y mis sueños son porfiados abrojos... Mis pensamientos divagan frenéticos por los caminos del espacio y el viento...Mis ojos - cansados de calendarios ya oxidados-quieren mirar el fogonazo primigenio del comienzo de los tiempos y mis anhelos buscan refugio en los bolsillos amables de Dios... Tu recuerdo, a veces, se transforma en un bribón y revuelca tu imagen en la bruma, revuelca tu fotografía en inusitadas amalgamas de dolores y pesares... Mis sueños resbalan por tu cintura de tibiezas adorables y en cada estación de tu piel, mis besos resecos aparecen como una impronta de otoños olvidados... Frente a mí, el caleidoscopio de la vida gira en enloquecido frenesí, multiplicando las estrellas y rebanando los panes tibios del verano... Cada propuesta de mis sueños, cae desvencijada por horrendos hoyos negros... La satisfacción se ha mudado de universo, nada puede sosegar mis el ímpetu de mis piruetas tristes... Amor mío, no estás... y cada mañana se viste de flores y zorzales... No estás y cada lluvia amanece sembrando el sonido quieto de tus palabras...No estás y en la sima de los relojes ancestrales ,sal y arena, edifican las paredes, los muros de nuevos edificios, para poder soñarte de nuevo.
Abajo en la vaguada, el río Putumayo, conversando con cada guijarro, discurriendo en cada capítulo gredoso del suelo… y allí vine a saber que eras virgen. No eras del perpetuo socorro, ni siquiera de la caridad del cobre, pero cuando te abracé y sentí tu olor amujer inmaculada, huí de ti como se huye de la peste… Quizás, no te mereces un machacón como yo. No estoy hecho para cateador de vetas tan ricas, soy un pobre gambusino, enamorado de la luna, de los pájaros y de esas mujeres que ya ostentan alguna presea de guerra… Vengo del arroz amargo. Soy así, continuó diciendo Ceferino Machuca. Talvez, soy un descalabro de ser humano, pero aprendí a amarrarme solo los zapatos a los cinco años. Nunca seré un golfo, con balcón al mar, pero… Una mañana de Junio, se asomó al balcón y vio un plato lleno de agua de lluvia, un plato redondo como los ojos de Isabel y allí comprendió que los ciclos de la historia eran redondos como la lluvia… Entonces, siguió jugando por los patios de cien escuelas al “pin pin Serafín cuchillito de marfil”…Volvieron a encontrase… ¿Recuerdas?Tú venías cabizbaja, con la niña durmiendo en tus brazos morenos… y él, todavía pensando en los olores perdidos de tu juventud. Entonces inició aquel periplo infatigable a través del tiempo… Inexorablemente llegará el día de la redención y entonces caerá –sobre los carceleros-ceniza, azufre y fuego… pero, pensó, talvez los rectos de corazón, volvamos a sentir en el rostro la caricia redonda y fresca de la lluvia.